j. de jorge / madrid
En
los orígenes del Sistema Solar, hace unos 4.500 millones de años, un
enorme objeto del tamaño de Marte chocó contra la Tierra. El
violentísimo impacto generó una gran cantidad de escombros que salieron
expulsados hacia el espacio. Todo ese material terminó unido formando
la Luna. Hasta aquí, la historia que explica el origen de nuestro
satélite natural es bien conocida, pero ahora un equipo de científicos
de la Universidad de California en Santa Cruz ha añadido un nuevo
capítulo y un nuevo personaje a la trama. Según los investigadores, el gigantesco impacto también creo otro cuerpo, más pequeño -alrededor de una trigésima parte de la masa de la Luna-, que se convirtió a su vez en una luna compañera de nuestro satélite natural,
como si se tratara de un juego de muñecas rusas. Sin embargo, decenas
de millones de años después, algo modificó su órbita y finalmente se precipitó contra su hermana mayor.
Esta teoría, que aparece publicada en la prestigiosa revista Nature,
puede explicar la existencia de una región montañosa en la cara oculta
de la Luna, algo que hasta ahora resultaba un misterio.
Las
notables diferencias entre las dos caras de la Luna han desconcertado a
los científicos desde hace mucho tiempo. El lado cercano es
relativamente bajo y plano, mientras que la topografía de la cara oculta
es alta y montañosa, con una corteza más gruesa. Para Erik Asphaug,
uno de los autores de la investigación, estas tierras altas pueden ser los restos sólidos de la colisión de la Luna con su pequeña compañera.
Los
científicos consideran que la luna compañera fue atrapada incialmente
por la Luna, compartiendo órbita con ella, pero en un determinado
momento se desestabilizó y ambas chocaron. ¿Cómo se produjo ese choque?
Para reproducirlo, los investigadores realizaron una serie de
simulaciones computacionales del impacto, donde pudieron estudiar su
dinámica y seguir la evolución y la distribución del material lunar.
Colisión a baja velocidad
Los científicos creen que la colisión se produjo a baja velocidad, de forma que el
impacto no formó un cráter, sino que arrastró la mayoría de los
materiales afectados y los acumuló como una gruesa capa de residuos
sólidos, formando las tierras altas de la cara alejada de la Luna. Al mismo tiempo, desplazó el océano de magma bajo la superficie selenita hacia el hemisferio opuesto, lo que supone una explicación para la concentración de potasio, elementos de tierras raras y fósforo en su lado más cercano.
Otras
teorías han intentado dar sentido al enigma de las dos caras diferentes
de la Luna, como, por ejemplo, por causa de las fuerzas de marea. «El
hecho de que el lado cercano de la Luna sea tan diferente al lejano ha
sido una incógnita desde los inicios de la era espacial, quizás el
segundo misterio después del origen de la propia Luna»,
afirma Francis Nimmo, investigador de la Universidad de California.
Por ahora, no hay suficientes datos para saber qué teoría está en lo
cierto. En la medida en que las sondas y artefactos humanos enviados al
espacio proporcionen más y más información, descubrirlo será una
cuestión de tiempo.